Crónicas de un despertar

Balances sobre el movimiento estudiantil, luchas pasadas y recientes.  Estrategias para mantener al gigante despierto

Foto de portada: Latfem.org

Dentro del marco más general de la lucha universitaria durante todo el año 2024, la lucha estudiantil estuvo marcada por un hecho que significó un quiebre: La ratificación del veto a la Ley de Financiamiento Universitario el 10 de octubre. Un “gigante se despierta” fue la definición a la que llegamos de ese momento álgido de lucha y organización en defensa de la universidad pública y los salarios docentes y de trabajadores no docentes que se vivió durante el mes de octubre. Pero… ¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Por qué el gigante se mantuvo dormido? ¿Por qué despertó?

¿Gigante?

Cuando nos referimos al movimiento estudiantil como un “Gigante” es porque en  Argentina estudian en universidades públicas cerca de 2,3 millones de personas (1).   Además hablamos de “gigante” no sólo en términos cuantitativos sino también cualitativos, en relación a su histórica capacidad de intervención política. 

El movimiento estudiantil ha sido protagonista indudable de la historia política y social Argentina: La reforma universitaria de 1918 que conquistó la autonomía universitaria, la libertad de cátedra, la laicidad de la educación superior, entre otras reivindicaciones y que fué ejemplificadora para otros países de Latinoamérica en los que se dispararon procesos de lucha; El enfrentamiento a la dictadura de Onganía junto al movimiento Obrero en el Cordobazo; La pelea contra la LES (Ley de Educación Superior) Ley que venía a imponer los mandatos neoliberales del banco mundial para la educación superior, en esta ocasión la lucha impidió el arancelamiento de la educación superior. Estos son entre otros, los momentos más álgidos de la larga historia de lucha del gigante.  

 En todos estos períodos les estudiantes pelearon a fuerza de movilizaciones, piquetes, tomas de universidad, bloqueos al congreso y otras metodologías de lucha por el estilo. 

 Una larga siesta para el gigante: 

  En 2018 vimos cómo se recuperaron algunas de aquellas herramientas históricas del movimiento estudiantil para oponerse al ajuste presupuestario a las universidades que quiso imponer el gobierno de Mauricio Macri. Tomas, asambleas y movilizaciones masivas marcaron aquella primavera del tercer año de Cambiemos. En aquellos meses muchos de los centros de estudiantes opositores fueron desbordados por asambleas masivas y algunas veces a su pesar, tuvieron que acompañar las medidas. Una vez consumada la pelea allá por Octubre de ese mismo año, rápidamente esas mismas conducciones opositoras arrastraron al movimiento tras el famoso “hay 2019” que llamaba a calmar las aguas y preparar la transición institucional en el gobierno mediante las elecciones presidenciales. Pasamos luego del “Ella le gana” (para postular a Cristina F.K) a la elección del infame Alberto Fernandez como candidato del Frente de Todos. Y así el gigante vuelve a dormir una larga siesta. 

 Nos interesa detenernos aquí un instante y pensar algunos elementos claves para entender el porqué del letargo onírico del gigante y a pesar de que, o quienes, es que vuelve a abrir los ojos en Octubre de este año.

 Vemos que posterior a la lucha contra la LES a mediados de los 90, el movimiento estudiantil no ha dejado de protagonizar grandes embates por reivindicaciones propias y en unidad con sectores de docentes y de trabajadores: En el 2001 la pelea contra el ajuste de López Murphy y luego la ley déficit 0, la lucha para oponerse a la entrada del órgano rector de la LES (la CONEAU) a  las distintas universidades, la lucha por la democratización en algunas universidades en el año 2005, las peleas por el comedor universitario, el boleto estudiantil, aumento de becas, etc son algunas de las luchas que continuaron marcando la agenda del movimiento. Algunos de estos momentos analizamos en nuestra revista Marabunta #5 en la nota titulada “Las luchas universitarias en un período convulsionado” (2). En este periodo post 2001 hubo un avance significativo en la conciencia de muchos sectores de estudiantes que comenzaban a nutrirse de diferentes experiencias de lucha de los movimientos de derechos humanos, del movimiento piquetero, de militantes de la izquierda independiente, etc. Así como también comenzaban a proliferar agrupaciones independientes y de izquierda en las facultades. Este avance significativo tuvo un techo cuando varias de las agrupaciones independientes comenzaban a ser absorbidas por el peronismo y sus políticas más institucionales y alineadas a los gobiernos de turno. 

 A lo largo de los gobiernos Kirchneristas vemos cómo las agrupaciones estudiantiles alineadas a los gobiernos comienzan a pensarse como parte de las estructuras burocrático-institucionales de la universidad. A la vez que se consolida en silencio un “pacto de olivos” dentro de las universidades entre peronistas y radicales. Lo que deriva en negociaciones  “en off” y la posterior repartición de cargos en las elecciones de rectores, decanos y secretarías. El proceso de institucionalización de luchas y movimiento por abajo en la universidad toma formas específicas. Como consecuencia directa de este proceso comienza a verse una militancia estudiantil universitaria de algunos sectores peronistas y kirchneristas más ligada a hacer carrera política dentro de los marcos institucionales y con una vocación de poder estrictamente de aparato burocrático, contraria a una militancia estudiantil de debate político con el conjunto de estudiantes, contraria a una militancia crítica e indócil. Ejemplo claro de este proceso es la cantidad de militantes estudiantiles kirchneristas y radicales que pasaron de la “mesita” de la agrupación a ocupar un cargo en las distintas secretarías de su facultad. A propósito de esto último, algo llamativo de la última década, es la proliferación de secretarías y espacios institucionales dentro de las universidades. Secretarías que si bien algunas albergan demandas particulares, en gran medida no dejan de ser una forma burocrática de contener problemas políticos que ya no se discuten por el conjunto de les estudiantes, egresades, docentes y no docentes en ámbitos representativos y asamblearios de los distintos claustros sino que adoptan la forma de un expediente que junta polvo en algún cajón.

 Así es que llegamos a 2018, la lucha por salarios y mejores condiciones laborales de les docentes fué el impulso al que se sumaron luego les estudiantes. 

En ese contexto la experiencia de lucha contra las políticas de Macri sirvió para visualizar la configuración hacia los adentros del movimiento estudiantil. ¿Quiénes conducían la mayoría de centros de estudiantes? ¿Cómo eran las alianzas políticas entre el peronismo (La Cámpora, JUP, ¿La Mella?) y el radicalismo (Franja Morada)? ¿Cuál era la fuerza y la posibilidad de imponer planes de lucha de los sectores independientes y de izquierda? ¿Qué rol jugaron las autoridades universitarias? Fueron algunas preguntas cuyas respuestas estaban a la vista en el despliegue del conflicto.

 Las “camarillas” (grupos burocráticos enquistados en las instituciones como personal político) estudiantiles en los centros de estudiantes conducidos por el peronismo para 2018 estaban consolidadas y listas para maniobrar y reorientar cualquier intento de autoactividad y de profundización de la lucha por mayores reivindicaciones.  

 Este proceso de institucionalización de las luchas estudiantiles por un lado, y el retroceso de la capacidad de intervención de los sectores independientes y de izquierda frente a las agrupaciones-aparato, es clave para entender el estado actual y los límites del movimiento estudiantil. Proceso que no sólo ocurrió con nuestro sector, sino que ha sido una estrategia clara, por ejemplo, de los distintos gobiernos peronistas para garantizar la paz social y alinearse aún más con sectores extractivistas y empresariales. En nuestra revista Marabunta #1 analizabamos las consecuencias de la institucionalización del movimiento trans-feminista durante el gobierno de Alberto Fernández y posterior a la Ola Verde y los hitos de la lucha trans-feministas. (3)

 Caracterizamos que en este proceso de institucionalización y burocratización de las luchas y de los centros de estudiantes se captura la potencia y autonomía del movimiento estudiantil mediante la utilización de los espacios de co-gobierno como palanca de maniobra para las negociaciones de cargos en las universidades, el abandono de cualquier tipo organicidad para con el conjunto de les estudiantes en las aulas, la despolitización generalizada y la falta de debate. Sumada la falta de capacidad de la izquierda y los sectores independientes para romper aquellas lógicas de burocratización y despolitización. Todos elementos que comienzan a debilitar la fuerza de algunas herramientas de lucha históricas del movimiento estudiantil como las asambleas, las comisiones de base, y las acciones directas como las tomas, movilizaciones, etc. 

El gigante se despereza, año 2024: 

El primer gran ataque del gobierno de Javier Milei estuvo en el congelamiento del presupuesto 2023, que sumado a la devaluación brutal de los primeros meses del ministro  Caputo al frente del ministerio de economía, llevó a que los fondos destinados al financiamiento de las universidades quedaran por demás atrasados. El conflicto comenzó a tener mayor visibilidad en abril cuando se anunció la primera Marcha Federal Educativa para el día 23, frente a las proyecciones que las distintas universidades hacían sobre los gastos de funcionamiento sin todavía poner sobre la mesa los salarios docentes y no docentes. La marcha fue convocada por el CIN (Consejo Interuniversitario Nacional), en otras palabras, los rectores de todas las universidades del país. 

  Hay que decir que esta movilización masiva no fué la primera que enfrentó el gobierno de Milei. Las movilizaciones comenzaron el 20 de diciembre cuando se desafió por primera vez el protocolo antipiquete de Patricia Bullrich. Hay que sumar las movilizaciones en Enero y Febrero contra el DNU y la Ley Ómnibus. Si bien estas convocatorias no tuvieron la masividad del 23A, significaron un ejemplo para el conjunto de la población de que se podía enfrentar al gobierno en las calles con cacerolazos, asambleas populares, movilizaciones, etc. Fueron jornadas claves en donde nos encontramos también estudiantes y docentes universitaries, trabajadores culturales, de la salud y estatales, etc. 

 La línea de las autoridades universitarias y del CIN durante este primer período tuvo su reflejo en el comunicado que sacaron el 27 de mayo donde reconocen que el Gobierno Nacional empieza a atender los reclamos de la comunidad educativa por aumentar en un 270% los fondos destinados solamente a gastos de funcionamiento. Por supuesto sin atender a las negociaciones paritarias sobre los salarios de lxs trabajadorxs universitarixs.

Hasta octubre el conflicto estuvo contenido y el salario docente y de les trabajadores de las universidades, también. Ni más ni menos que un 60% de pérdida salarial. Las conducciones nacionales de los gremios docentes y no docentes, sindicatos y federaciones mayoritariamente conducidas por el peronismo con acuerdos por arriba con las autoridades del CIN  se sumaron a una cuestionable pasividad que volcaba su confianza en lo que fue la Ley de Financiamiento Universitario, presentada por el radicalismo y que fue aprobada en ambas cámaras del Congreso entre agosto y septiembre. En ese marco algunas asociaciones de base y sindicatos docentes combativos como AGD UBA y otros, plantearon la necesidad de profundizar la defensa frente a tamaño ataque sin mucho éxito para traccionar a las conducciones a nivel nacional. También algunos malestares en las bases docentes comenzaron a verse: asambleas dónde las votaciones se hacían más reñidas y comenzaba a notarse el cansancio frente a la poca contundencia de los paros aislados propuestos por las conducciones. Sin embargo fueron disensos que no se consolidaron como expresión mayoritaria en las distintas instancias. Volviendo, si bien la expectativa del CIN y gremios nacionales estuvo puesta en la ley de financiamiento; el panorama era bastante claro, lo habíamos visto con el veto a la ley que le brindaba un mísero aumento a les jubilades. Ambas cámaras lo aprueban por mayoría simple, Milei lo veta y en una doble mortal de panqueque el veto se ratifica con el voto de diputados que previamente habían votado a favor de la ley. 

Así llegó el movimiento estudiantil a octubre, con asambleas mayormente autoconvocadas, las federaciones universitarias y centros de estudiantes adaptándose a las escasas medidas convocadas por docentes y no docentes, con la fuerza del 23 de abril diluida en el tiempo, pero con un núcleo (reducido) de activistas independientes y militantes de organizaciones de izquierda intentando construir por abajo lo que se frenaba por arriba. 

El 3 de octubre era la fecha límite de Milei para vetar la Ley de Financiamiento Universitario, lo que efectivamente sucedió, aún tras la segunda Marcha Federal Educativa. El día de la ratificación del veto las federaciones decidieron no presentarse. Sin embargo por abajo se venía gestando un gran descontento. Cabe mencionar que durante ese fin de semana se realizó el 37° encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries en Jujuy y la síntesis de estudiantes, docentes y todes a quienes nos nucleaba la defensa de la educación pública era clara: ese lunes 14 de octubre las clases no podían continuar con normalidad. 

Comenzó así a despertar ese gigante, y la definición fue acertada porque lo que tuvo de característico esa alza de la lucha fue el claro componente estudiantil en la dirección de ese proceso. Ese gigante que a lo largo de la historia protagonizó y fue el sujeto de grandes luchas, y que por acción (o mas bien inacción) de sus representaciones gremiales venía siendo llevado a la desmovilización. La semana comenzó con experiencias diversas que iban desde tomas, hasta vigilias y jornadas de clases públicas, pero uno de los puntos claves de estas semanas fue el desborde de las conducciones de los centros de estudiantes y las federaciones. Con matices, claro, pues en algunas facultades las tomas fueron propuestas por las mismas conducciones, que pretendieron luego levantarlas o abonar al desgaste del activismo independiente. Pero el desborde y la autoactividad de las asambleas era claro y se construía día a día en las comisiones, en las aulas y en las calles. 

Huellas

Este proceso de asambleas masivas, tomas de Facultades y clases públicas tuvieron tres saldos fundamentales, más allá de su corto desarrollo en el tiempo: Por un lado funcionaron como una demostración clara de la fuerza que tiene el movimiento estudiantil cuando se organiza desde abajo. En segundo lugar logró poner en la superficie la falta de espacios de deliberación para organizar la lucha contra el gobierno en las universidades y por ende la necesidad de éstos. Por último, un incipiente saldo organizativo comienza a verse: nueves compañeres activistas se suman a participar de las asambleas, movilizaciones, tomas y discusiones con una perspectiva de lucha  antiburocrática.

Así también en estas semanas de asambleas multitudinarias, clases públicas, y debate constante con compañeres hemos podido identificar algunos límites en la unidad de acción de cara a la defensa de la universidad pública: 

Si bien los nuevos elementos de autoorganización por abajo rompieron por fín el corsé impuesto por las autoridades y el CIN a la lucha;  existió un límite en poder impulsar con fuerza reclamos propios más allá de la oposición al veto, la necesidad del presupuesto y la exigencia por los salarios. 

Los gremios docentes, no docentes y estudiantiles se sometieron a la política de los rectores dialoguistas y no convocaron a una marcha federal en el momento de mayor despliegue de fuerzas del movimiento estudiantil.  Al contrario, patearon la discusión hacia la roska parlamentaria del presupuesto 2025. Discusión  que para ser gráficos, es como querer defenderse de un León hambriento con dos escarbadientes…

Desde los sectores independientes y de la izquierda no logramos sostener espacios de coordinación más amplios que sean un mojón ante el retroceso de los centros de estudiantes y gremios peronistas y radicales.

 

Foto: Latfem

    No te duermas: 

 Si bien los momentos de lucha álgidos del movimiento estudiantil mermaron este año, estamos segures que los ataques a la universidad y la educación nos volverán a encontrar organizando la lucha desde abajo y para ello nos parece que es fundamental recuperar algunos elementos tácticos y estratégicos. 

   La unidad de acción en defensa de la gratuidad de la universidad, de la universalidad y por un mayor presupuesto para educación nos tiene que encontrar con todos los sectores que se opongan frontalmente a las políticas del gobierno para con la educación pública. Una unidad de acción que nos permita encontrarnos en mejores condiciones para dar pelea por la defensa de los derechos adquiridos.

  Sin embargo, nosotres no defendemos la universidad y la educación que tenemos en las condiciones actuales. Sabemos (como lo remarcamos en nuestro “Documento Universidad” editado este mismo año); que la universidad es productora y reproductora de conocimiento en el marco de una sociedad de clases. Aunque esta producción de conocimiento no esté exenta de tensiones y posibilidades de ser disputadas parcialmente por la organización independiente de  estudiantes y docentes, creemos que para poder dar un salto en nuestra pelea por la universidad que queremos, tenemos que necesariamente discutir el para qué de nuestras disciplinas y carreras militando por un conocimiento crítico de las formas de reproducción social actuales y de las pretensiones del capitalismo patriarcal, colonial y extractivista.   

  La universidad que pretendemos co-produciría conocimiento en conjunto con otros trabajadoris en lucha y lo haría en base a las necesidades sociales y no a las del mercado y el capital. En este sentido creemos que debemos profundizar la unidad con otros sectores en el camino de derrotar las políticas del gobierno y hacer experiencia conjunta que nos sirva para discutir los conocimientos que hoy produce y reproduce la universidad como institución legitimadora de saberes. 

 Tenemos que profundizar nuestra pelea por recuperar los centros de estudiantes como herramientas de lucha, mientras que vamos ensayando formas de deliberación por abajo, de construcción de poder popular, de manera antiburocrática e independiente de las políticas de las autoridades universitarias. 

 Por último, nos parece fundamental comenzar a discutir a qué reformas de la educación superior nos estaremos enfrentando en el mediano y largo plazo. Sabemos que los recortes presupuestarios y las pretensiones de los sectores empresariales para maximizar sus ganancias nunca se imponen sino con reformas en los planes de estudio de las carreras y la injerencia del capital privado en nuestras currículas. En ese sentido, nos debemos discusión sobre las reformas previstas en los “7 puntos de la nueva universidad Argentina” (4) que viene desarrollando hace años el CIN y aplicando en el presente a cuentagotas en conjunto con el gobierno. La virtualización de gran parte de las carreras, las acreditaciones de los planes de estudio en base a las necesidades de los estados y empresas, el borramiento de materias sociales e históricas, las creación de títulos intermedios y la reducción de nuestras carreras de grado son algunos de los puntos que hoy debate el gobierno y las autoridades de las universidades. Debemos recuperar toda nuestra historia de lucha del movimiento estudiantil y pensar qué universidad queremos y necesitamos para que el capital no continúe avanzando sobre la clase trabajadora. 

CAUCE (Corriente Educativa Nacional) en Marabunta 

Fuentes: 

  1. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sintesis_2021-2022_sistema_universitario_argentino_1.pdf 
  2. https://www.corrientemarabunta.org/2021/12/16/las-luchas-universitarias-en-un-periodo-convulsionado/ 
  3. https://www.corrientemarabunta.org/2020/08/14/feminismos-en-la-encrucijada/ 
  4. https://www.argentina.gob.ar/noticias/el-consejo-de-universidades-comenzo-el-tratamiento-de-la-agenda-de-7-puntos-para-la-nueva