Ajustes o cambios radicales. La situación económica de Argentina no da para más, hace rato. Mucho se ha analizado ya sobre la derrota del Frente de Todos, explicada por infinidad de críticas sobre el gobierno de Alberto Fernandez y de Sergio Massa en su puesto de SuperMinistro-candidato. Sólo tomando el problema de la inflación podemos reflexionar sobre el título de esta EPQ? A fin de 2022 se abrió por unos meses el debate sobre la posibilidad de aplicar un congelamiento de precios para cortar con la inercia inflacionaria. El gobierno nunca barajó seriamente esa opción. El programa “precios cuidados” y su variante “precios justos” solo fueron acuerdos voluntarios entre empresas y el gobierno, no fue una medida de congelamiento de precios, y realmente no logró incidir en la reducción de la inflación. La presión sobre los precios que generaban el déficit fiscal y la apreciación del tipo de cambio solo buscaron ser intervenidas con las respuestas del FMI: ajuste, suba de la tasa de interés, eventualmente devaluaciones. Otro tipo de medidas no fueron encaradas porque suponían una mayor intervención del Estado que en el peronismo no están dispuestos a realizar.
El fracaso en la reducción de la inflación catapultó a Milei al poder, que está aplicando la doctrina del shock para reducirla. Usa su manual liberal para atacar las posibles causas de la inflación: reducción de la emisión monetaria, achicamiento del estado, recorte de jubilaciones, tarifazos. Mantiene también dosis de pragmatismo, sosteniendo los controles de capitales, dejando la tasa de interés negativa y manteniendo pisado el tipo de cambio.
La nueva situación política y económica nos enfrenta al viejo problema de los años 90s: una recesión brutal, que va a ir arrastrando a la actividad económica y el nivel de empleo. Para salir de esa situación económica vamos a necesitar medidas que amplíen la capacidad productiva y pongan en el centro las necesidades populares, sin miedo de confrontar con el poder económico, con mayor intervención y planificación económica desde el Estado. Pero necesitamos que la próxima salida no llegue a los mismos “techos” que hubo en el 2011, cuando el estancamiento económico llegó para quedarse. Esta vez, la realidad argentina requiere cambios radicales.
Esta revista se propone ser un espacio de reflexión, para potenciar la crítica de la economía política, para pensar otra sociedad posible. Ir más allá del debate habitual de los economistas y animarnos a pensar políticas económicas que puedan incluir estatizar empresas clave en la formación de precios o en el comercio exterior, como pudo ser la comercializadora de granos Vicentin. Que puedan plantear la creación de mercados de abastecimiento estatales y comunitarios, o un impulso a la producción agroecológica. Que puedan darle un lugar planificado a los cuidados sociales. Donde no se sacrifique el cuidado ambiental en el altar de las ganancias. Donde pueda haber una inversión industrial en serio más allá de las políticas de ensamblaje, donde haya un proyecto propio para el creciente sector de la economía del conocimiento, disputándole a los gigantes tecnológicos del mundo.
Son cuestiones que suponen cambios radicales en la forma en la que se piensa la intervención económica desde un gobierno al servicio de los intereses populares. Si no queremos terminar padeciendo ajustes de gobiernos liberales, tendremos que construir alternativas políticas que propongan transformaciones sociales más profundas.
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