Contra el DNU y la Ley Ómnibus: la pelea es ahora

Una victoria del Gobierno que fue parcial y expuso debilidades

Con mucho esfuerzo, la semana pasada el Gobierno tuvo un logro en su plan de ajuste y entrega: la Ley Ómnibus avanzó agónicamente en Diputados. Pero la movilización popular y las dificultades en la redacción de la norma muestran la debilidad del armado político de la fuerza gobernante.

La Ley Ómnibus logró su aprobación en general con los votos del PRO, Hacemos Coalición Federal (rejunte liderado por Pichetto, con dos excepciones) y la UCR (con dos excepciones también, Manes y Stolbizer), y otros bloques menores (como el de les diputades de UxP de Tucumán que rompieron con su bloque hace una semana). Se opusieron en la calle y en el Congreso el FITU, con muy buenos discursos en la cámara y acompañando en la calle las movilizaciones, y Unión por la Patria.

En el desgastante proceso la Ley perdió más de la mitad de los artículos que incluía originalmente. Casi todas las cuestiones vinculadas al plan económico de corto plazo quedaron afuera: la regularización de activos conocida como blanqueo de capitales, la baja y adelanto del impuesto a los bienes personales, las modificaciones en impuestos internos, la suba generalizada de derechos de exportación, entre otros. En las discusiones, el Gobierno enfrentó arduas negociaciones con distintos sectores de presión empresarial y con los gobernadores que defendieron las arcas de sus provincias.

En este toma y daca palaciego, los grupos empresarios tuvieron mejor desempeño que los sectores populares que encabezaron los reclamos por la afectación del derecho a la cultura, a la salud, por los bosques y glaciares, y más. Quienes gobiernan provincias no lograron sacar aún una definición de la restitución de los recursos perdidos con la eliminación del impuesto a las ganancias sobre los salarios pero se contentaron con la posibilidad de continuar las discusiones si se habilita a coparticipar una parte del Impuesto País (que se cobra sobre las compras con tarjetas de débito/crédito en el exterior e importaciones). Además, mostraron su interés en que los bonos y acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES puedan ser rematados, y así obtener recursos para sus sistemas previsionales provinciales, por lo que esos artículos también volvieron a la hora de la votación. 

La moneda está en el aire: es tiempo de profundizar las debilidades del gobierno.

Jornadas calientes

En la calle se expresó el repudio de sectores del campo popular, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en otras ciudades como Rosario, Córdoba, Jujuy y Mendoza. En Congreso, en Buenos Aires, Asambleas populares de decenas de barrios, centros culturales, bibliotecas populares, sindicatos combativos (Ademys, AGD, SUTNA, algunas juntas internas estatales), sectores piqueteros y de la izquierda fueron protagonistas de tres jornadas de movilización que enfrentaron la represión de fuerzas de seguridad federales. También otros sectores como la CTA-A, el Movimiento Evita, Patria Grande, y sindicatos más alineados con esas orientaciones políticas (ATE, SIPREBA) tuvieron participación, más acotada.

La ausencia de una convocatoria de parte de la CGT fue notoria. La cantidad de personas movilizadas fue mucho menor a la del paro general del 24/1. A esa política de pasividad a nivel de las máximas cúpulas le siguió una política de rechazo meramente discursivo de parte de la mayor parte de la dirigencia sindical y social intermedia y de base.

La represión a las concentraciones tuvo su correspondiente resistencia callejera. Esta vez la policía utilizó un spray pimienta más nocivo, balas de goma y detenciones. La Ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no quiere dejar de lado su batalla contra los piquetes para posicionarse como la garante del orden y aunque las calles se cortaron y cobró cierta visibilidad el indignante ataque a jubilades y personas desarmadas, hubo un especial ensañamiento contra periodistas, reporteres, camarógrafes, jubilades, trabajadorxs de la salud y otres. 

No se olviden del DNU

Esta ley, junto con el Mega Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), es una de sus dos iniciativas políticas centrales. La otra, el DNU, comenzó a ser bloqueada parcialmente por la Justicia (por ahora la reforma laboral y algunos artículos más) y resta la pulseada por el tratamiento en el Senado y en Diputados, que también podría frenarlo. Ambas iniciativas gubernamentales completan un paquete de desregulación económica amplia que le da vía libre a los monopolios, ante otras empresas y consumidores/usuaries. Los efectos de esas medidas se van a notar a mediano plazo, su destino es generar más desocupación y aumentar la miseria popular aún más profunda que la que causa el plan de ajuste ortodoxo de Caputo.

El Fondo son los yanquis

El Gobierno cerró, la semana pasada, la revisión del acuerdo con el FMI, lo que le permitió contar con los recursos para repagar capital e intereses de la deuda hasta abril. El organismo internacional avaló, así, lo actuado estas semanas a pesar de todos los incumplimientos de los compromisos hasta diciembre del año pasado. El gobierno ofreció también como elementos del alineamiento geopolítico con Estados Unidos la compra de aviones a la OTAN en lugar de a China, y la invitación a que un portaaviones yanqui venga a la Argentina.

¿Cómo sigue la historia?

Los puntos pendientes a nivel fiscal entre gobernadores y el estado nacional son sólo una parte de la negociación de la votación particular. El radicalismo ya anticipó que irán a una discusión sobre muchos artículos adicionales, por lo que la aprobación final se estirará. Algunos puntos del tratamiento particular pueden ameritar movilizaciones especiales convocadas por sectores afectados o representativos, de la cultura, de las luchas socioambientales, de trabajadores estatales, y más. Además, cuando llegue el momento de la votación en el Senado habrá nuevamente un escenario de movilizaciones. Esta próxima semana se realizará en CABA nuevamente un encuentro de coordinación en el SUTNA, de esos sectores sociales y políticos combativos que salieron a la calle en las tres jornadas.

Seguir construyendo la lucha, que debe ser en unidad y con masividad

La necesidad de movilizaciones masivas y de un paro nacional es innegable. Las conducciones de las centrales sindicales deberían estar a la cabeza de ese proceso. También quienes dirigen organizaciones sociales y políticas. No podemos esperar unos meses hasta que se sienta aún peor las consecuencias del ajuste, como proponen algunos. Eso le regalará al Gobierno una estabilización de la situación social de la que no será fácil salir. Si no le contraponemos hoy otras posiciones será muy difícil revertir la idea de que no hay alternativas. Tampoco será fácil revertir los avances legales/institucionales en su plan de entrega.

Además de exigir la convocatoria a un nuevo paro nacional, tenemos que impulsar la organización lo más ampliamente posible en todos los sectores de la clase trabajadora para pelearla. Si hay traición por arriba habrá rebeldía por abajo, porque la pelea es ahora.

Y a pesar de esa necesidad imperiosa de salir, necesitamos estar atentes a que no se trata sólo de organizar un descontento y bronca existente. Creemos que, a pesar del rápido deterioro de la imagen del Gobierno, todavía es una tarea necesaria evitar el aislamiento de los sectores que están logrando salir a pelearla hoy, y del activismo que siente en las venas tanta injusticia y “la ve”.

Es prioritaria la construcción de explicaciones fundadas sobre las consecuencias profundas del plan de desregulación, más allá de las repercusiones inmediatas del ajuste.

Donde hay sectores que expresan inquietudes e indignación, tenemos que ser parte de la puesta en pie de iniciativas concretas que colaboren en movilizar ese rechazo a los planes del Gobierno. Especialmente en Asambleas populares, donde hay que construir democráticamente una cultura de autoorganización, enfrentando todo intento de avasallarlas con maniobras de aparato.

Con estas apreciaciones vamos a participar estas semanas de las iniciativas de coordinación que podamos poner en pie, tanto en el SUTNA como con otros sectores, para bregar por convocatorias unitarias, que colaboren en acercar espacios a la lucha.

Además, continuaremos las luchas sectoriales en los espacios donde intervenimos. Por ejemplo, la jornada de las organizaciones sociales por alimentos este próximo miércoles.

Hay mucho por hacer, mucho por discutir, mucho por organizar, y está en nuestras manos frenar el empeoramiento aún mayor de nuestras condiciones de vida. Construir esa resistencia con instancias de organización popular democrática de base, es parte central de la construcción de un proyecto político que logre derribar este sistema capitalista.

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