3J: Nuestras vidas importan ¡Ni una menos, ni une menos!

Se cumplen 6 años de aquella enorme movilización que, desde distintos puntos del país, se unió en un solo grito contra los femicidios. La consigna #NiUnaMenos llegó a los medios, a los espacios de laburo, a las charlas entre vecines en los barrios y a las aulas de la mano de la E.S.I. Sin embargo, los femicidios y transfemicidios no cesan: cada 35 horas muere una mujer o una lesbiana, trans, trava, bisexual o no binarie, según el Registro Nacional de Femicidios, y hace casi 3 meses nos falta Tehuel.

El 2020 fue un año duro para nosotras y nosotres, mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries. Somos quienes paramos la olla en los comedores de los barrios, quienes sostuvimos las tareas de cuidado que se vieron duplicadas durante los aislamientos y quienes más sufrimos la precarización laboral por ser quienes tenemos los trabajos peores pagos y con mayores niveles de informalidad. Para muchas y muches, el quedarse en casa no fue una opción posible: por un lado, por la falta de vivienda digna, por otro, porque implicaba convivir con quienes nos violentan. En este contexto, fue reprimido brutalmente el gran intento de recuperacion de tierras que representó la toma de Guernica, que agrupó a muchas que escapaban de la violencia machista, que generó una organización donde el feminismo hizo mella, donde se empezó a construir ese “Tierra para vivir, feminismos para habitar”. 

Este año no vemos un panorama muy diferente. Conquistamos el derecho al aborto seguro y gratuito, pero todavía nos queda un camino por recorrer en cuanto a su implementación efectiva en todos los centros de salud. Seguimos sufriendo la precarización laboral, teniendo que exponernos a enfermarnos de Covid y contagiar a familiares a cargo, yendo a trabajar sin vacunas. 

La finalización del DNU que prohibía desalojos y congelaba alquileres, agravó la crisis habitacional que afecta a un enorme sector de la población. En estos marcos, siguieron los desalojos contra aquellas que con sus hijes intentaban escapar de la violencia con una salida colectiva, como en El Hotelito ubicado en Retiro,  CABA. Y nos llena de bronca el femicidio, el 22 de mayo, de Ayelén Jara Gutiérrez, una de las desalojadas de Guernica, junto a su bebé.

Nuestras vidas importan. 

En lo que va del 2021 hubo más de 100 femicidios y transfemicidios. Son mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries que nos duelen, de les cuales más de un 60% fueron asesinadas/es en sus hogares y por sus parejas o ex-parejas. El Estado y la Justicia son responsables, no solo por negligencia o inacción, sino también porque gran parte de los femicidas son parte de las fuerzas represivas. 

Hoy todavia faltan programas de acompañamiento a las mujeres y disidencias que denuncian a los violentos y las medidas que se toman tienen lógicas burocráticas y patriarcales: no hay #NiUnaMenos #NiUneMenos sin recursos para medidas reales, con condiciones dignas de trabajo para les trabajadores y sin el control popular de su implementación. Es que para ponerle realmente “fin al patriarcado”, hay que derribar las estructuras de este sistema que nos oprime y explota. Construir organización colectiva feminista desde abajo aquí, allá y en todos lados donde pisen nuestros pies. El patriarcado no se va a caer, ¡¡lo vamos a tirar con la fuerza de todas y todes!!

¿Dónde está Tehuel?

Hace más de ochenta días que buscamos a Tehuel. Tejemos redes en todo el país exigiendo que aparezca con vida este joven trans que salió de su casa para hacer una changa, a buscarse el mango para sostener su vida y la de su familia, y aún no aparece. Sabemos que la falta de trabajo digno afecta muy especialmente a las identidades trans, las cuales en el 80% de los casos se encuentran en condiciones de precariedad e informalidad. Por eso, seguimos exigiendo: ¡cupo laboral trans! Por una ley nacional, leyes en todas las jurisdicciones donde falte, su correspondiente reglamentación y su aplicación efectiva.

Políticas reales para frenar las violencias patriarcales

La violencia machista es un problema estructural y no puede resolverse con políticas sin recursos. Desde hace años, quienes trabajan en la línea 144 que atiende y acompaña casos de violencia de género denuncian sus condiciones precarias de trabajo. La línea telefónica se difunde en todo el país, sin embargo, quienes atienden las llamadas no dan abasto y trabajan en pésimas condiciones. Lo mismo sucede con los equipos de trabajo en las oficinas del sistema judicial que se encargan de acompañar a aquellas mujeres que denuncian. La unificación de las denuncias, refuerza la carga laboral para los equipos, necesitamos contratación de personal y creación de equipos interdisciplinarios ¡Con precarización laboral no hay políticas contra la violencia de género!

Nuestros trabajos son esenciales

Muchas de las tareas y trabajos que fueron declarados esenciales están estrechamente vinculados a las tareas de cuidado. Son trabajos feminizados que están poco reconocidos y mal pagos, sin embargo vienen sosteniéndose día a día. Por un lado, las trabajadoras de la salud, que ponen el cuerpo en los hospitales y centros de atención primaria para garantizar derechos a toda la población, vienen padeciendo más de un año de trabajo ininterrumpido con aumentos salariales magros que no llegan a recomponer su poder adquisitivo. Las docentes, que en el nivel inicial y primario son mayoría mujeres, mantuvieron todo un año de “continuidad pedagógica” y actualmente se adaptan a los cierres y aperturas de las escuelas de acuerdo a la situación sanitaria, con escasos recursos sanitarios y didácticos, muches sin vacunas y sin salarios dignos que permitan llegar a fin de mes. 

Dentro de los sectores esenciales hay trabajos altamente precarizados e informales: cocineras, cuidadoras y personal de limpieza. Es necesaria una política activa para terminar con la precarización de este sector y compensaciones para quienes ven interrumpidos sus trabajos por la pandemia.

Y también somos nosotras y nosotres, mujeres y disidencias, quienes venimos sosteniendo las ollas populares y comedores en los barrios. En los lugares más golpeados por la crisis, somos quienes realizamos trabajos de promoción de la salud y acompañamos a las vecinas que denuncian a los maltratadores, violentos y abusadores. 

Si somos esenciales, no nos traten como descartables: ¡Condiciones dignas de trabajo! ¡Vacunación ya!

Somos Plurinacionales

Nos solidarizamos con todos los pueblos hermanos. Con las compañeras de Paraguay que piden justicia por las niñas Lilian y María Carmen, asesinadas por el ejército paraguayo, para que aparezca Lichita, desaparecida en el marco de la persecución de esa fuerza represiva y la libertad para Laura, presa política del Estado paraguayo.

Nos pronunciamos contra la represión y las agresiones sexuales en Colombia, y abrazamos a les compañeras que hace semanas sostienen un enorme Paro Nacional contra las políticas de ajuste neoliberal de Iván Duque, con presencia masiva y acciones en las calles.  

Nos unimos a las luchas de mujeres y disidencias en Chile, que luchan por la autodeterminación de los cuerpos, los territorios y por el acceso al agua. Su movimiento feminista, que hoy es un faro de lucha para toda Latinoamérica, viene llevando adelante un proceso de organización que va a ponerle fin a la Constitución de Pinochet. 

Hoy gritamos más fuerte que nunca ¡Alerta que camina, la lucha feminista por América Latina!

¡¡Arriba el feminismo que va a vencer!!