Santa María de Catamarca. En Fuerte Quemado desde la década del 60 del siglo pasado, cuando se construyó el actual calvario de manera formal, hasta la fecha se continúa con la depredación del lugar. Ahora pretenden construir un monumento de una desproporción tremenda con el paisaje cultural y arqueológico. Sin consulta ni participación a las comunidades indígenas, con el rechazo del Proyecto Arqueológico Yocavil y de gran parte de la comunidad, el irracional e ilegal proyecto intenta concretarse igualmente
POR MARABUNTA INDÍGENA

Sabido es el proceso de transculturación sufrido en América Latina por efecto de la conquista y colonización española, del que no fue ajeno el noroeste argentino. Es un punto de partida que arrancó en esa época y subsiste en la actualidad.
Eliminación, prohibición, desvalorización y negación de nuestros antiguos dioses, lenguas originarias, organización política, social, productiva, armonización con la pacha (tierra) son acciones fuertemente llevadas a cabo para denostar nuestra cosmovisión. La cosmovisión expresa la relación de los hombres con los dioses, establece el orden jerárquico del cosmos, la concepción del cuerpo humano, estructura la vida comunitaria y agrupa el conjunto de los mitos que explican el origen del mundo.
En el sistema educativo subsisten resabios de esa denigración hacia todo lo que sea prehispánico. Muchos aún para ofender o denostar a otro le gritan “indio”. Lo indígena parece ser pasado que no debe enorgullecernos. Ese posicionamiento fue escalando y hoy está instalado en varios personajes de la clase dirigente. Un claro ejemplo de ello: Catamarca es considerada como una de las provincias con mayor valor arqueológico del país; sin embargo, poco y nada se hace -a pesar de la buena voluntad del personal del organismo de aplicación- para preservar, cuidar y revalorizar los cientos de yacimientos arqueológicos diseminados por todo el interior. Son depredados, pasados por encima, mancillados, huaqueados.
El valle del Yokavil en tiempos prehispánicos estaba densamente poblado por conglomerados humanos locales con un alto desarrollo. Tanto es así que a mediados del siglo XIV fue virtualmente tomado por los Incas y 200 años después, en el siglo XVI, por los españoles.
El alto desarrollo de las comunidades locales, más el aporte incaico, está demostrado en la gran cantidad de sitios y yacimientos arqueológicos en todo el valle, sindicados por los científicos como los más importantes del país: el observatorio astronómico de Rincón Chico, Lampacito, Medanitos, Punta de Balasto, Bicho Muerto, Cerro Mendocino, Ampajango, Andalhuala, Loma Rica de Shiquimil, Quebrada de Jujuil, Cerro Pintado Las Mojarras, Fuerte Quemado, La Ventanita, entre los más importantes.

El Cristo sobre el sitio
Fuerte Quemado es el nombre con que se conoce actualmente a la localidad vallista en el departamento Santa María (Noroeste de la Provincia de Catamarca). Esta localidad transcurre de sur a norte, largo y angosto entre el pedemonte de las sierras del Cajón/Quilmes y el lecho del río Santa María, casi en el límite con la provincia de Tucumán, en pleno corazón del valle del Yokavil. La emblemática RN 40 la cruza de punta a punta. Se encuentra a 13 km al norte de la ciudad de Santa María (cabecera departamental), cruzando el río. Unos 16 km al sur se encuentra la legendaria ciudad y fortaleza de los Quilmes (Oeste de Tucumán). Actualmente tiene aproximadamente unos 500 habitantes estables que se dedican al empleo público, agricultura, ganadería, artesanías (textil, cerámica, etc.) y confituras regionales.
Por estos días, en la Municipalidad de Santa María y en la Delegación Municipal de Fuerte Quemado se está trabajando en una gigantesca obra: construir un monumental Cristo crucificado de 17 m de altura sobre una base de 8 m de diámetro. Hasta allí no sería más que otro avance y demostración de poder de la Iglesia católica en contraposición a la tendencia laicista de los pueblos -con plata de los contribuyentes. La cuestión de fondo es que al oeste de la localidad, en el pedemonte del cordón del Cajón/Quilmes, existen importantes yacimientos arqueológicos, entre los que se destacan La Ventanita al sur y 3 km al norte El Calvario, entre otros.
El sitio arqueológico El Calvario es conocido en la actualidad con ese nombre debido a que a principios del siglo XX se hizo un precario camino –calvario- que culmina en una estratégica plataforma de unos 25 m de diámetro, donde instalaron una cruz. Ya en la década del 60 del siglo pasado se formalizó ese calvario con una importante caminería de ascenso y en la plataforma, un oratorio. “El Calvario de Fuerte Quemado” es uno los sitios arqueológicos más importantes del Valle del Yokavil. Se encuentra a la entrada Sur de la localidad y es un gran poblado tipo pukara construido originalmente en el año 1000 por pueblos de la gran nación diaguita calchaquí y luego intervenido por los incas hasta el 1500. Su ubicación entre las laderas orientales y el río Santa María es estratégica, pues el lugar fue cuidadosamente elegido en un sector donde la morfología de cerros, laderas, morros, lomas y quebradas le otorga importancia militar, ceremonial y religiosa. Fue estudiado primeramente por Adolf Methfessel, Herman Ten Kate, Lafone Quevedo y Adán Quiroga hacia fines del siglo XIX. Luego anduvieron destacados arqueólogos y antropólogos como Myriam Tarrago y Néstor Kriscautzky, entre otros, hasta el más reciente: Proyecto Arqueológico Yocavil encabezado por la Lic. Alejandra Reynoso, quien junto a un numeroso grupo de profesionales, durante muchos años, pudo hacer un completo relevamiento y estudio del sitio.
Se trata de un conglomerado de unas 500 construcciones entre casas, kanchas, depósitos, corrales, plazas, aterrazamiento de laderas, enterratorios ceremoniales, etc., destacándose un ushnu -como una pirámide escalonada- al Este del asentamiento, en el nacimiento del cerro, una plaza o plataforma principal en tamaño y altura que sería el núcleo del asentamiento, considerada como la más importante de Argentina y en una ladera tres torres circulares de piedra de importantes dimensiones, de características únicas (parecidas a la de barro de Watungasta). Aparentemente, a muy poca gente le interesa nuestro glorioso pasado indígena y mucho menos a las autoridades municipales y provinciales.

La destrucción de la memoria
El cementerio de la localidad se hizo sobre construcciones arqueológicas del sitio, lo mismo que la expansión de potreros. Tuvieron que “cortar” una parte del ushnu para que pase la RN 40 y perforaron una plataforma para instalar postes de alumbrado público. La caminería del calvario construido en la década del 60 se hizo destrozando las pircas, construcciones, andenería, sitios ceremoniales y defensivos. Las piedras arrancadas las usaron para la nueva obra religiosa.
En la cumbre del cerro principal se construyó una plaza (un sitio ritual), aterrazando el terreno, sostenida por una gran pirca perimetral. Era un lugar de ceremonias. Tiene grandes rocas a modo de mochadero o huaca y existían tres construcciones utilizadas como observatorio y para ceremonias religiosas de nuestros antepasados. Fueron destruidas y con esas piedras, construida la base de una cruz.
Muy poco les importaron que se tratara de un lugar ceremonial y construyeron en su lugar un oratorio. Los tres torreones circulares de piedra fueron destruidos y sus piedras reutilizadas. Y no olvidemos que hace unos años, en una plataforma del sitio arqueológico Cerro Pintado Las Mojarras (al Sur), construyeron una urna con una virgen. Pues bien, esa obra (con un erróneo criterio de que será una atracción turística) es un gigantesco Cristo crucificado de 17 m de altura, será construido en la plaza ceremonial arqueológica. Un monumento de una desproporción tremenda con el paisaje cultural y arqueológico anexo, al que modificaría y dañaría irremediablemente. Un ejemplo: seguramente requerirá una baranda de seguridad, cuyas bases destruirán el pircado perimetral.
Es increíble que las autoridades municipales de Santa María se atrevan a semejante atrocidad. ¿Cuál es el fin, el objetivo? No imaginamos caravanas de turistas llegando a Fuerte Quemado a ver un Cristo.
Rechazo a la localización
Desde la década del 60 del siglo pasado, cuando se construyó el calvario de manera formal, hasta la fecha nadie –por lo menos que se sepa- hizo nada para frenar la depredación que se estaba llevando a cabo. Nadie pensó en la preservación del paisaje cultural distintivo del valle.
Esa monumental escultura debería relocalizarse en otro sitio que no dañe ni afecte el patrimonio arqueológico. Peor aún: ¿Qué intervención tuvo o tiene la Dirección de Antropología? ¿Y la preservación, protección y gestión del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico? ¿Y el estudio de impacto ambiental en un lugar tan sensible? ¿Y la opinión de las comunidades y pueblos originarios? ¿Y las leyes provinciales N° 4218, 4238, 4452, 4831, 5443 y sus respectivos decretos reglamentarios? ¿Y la ley nacional N° 25743 y su decreto reglamentario? ¿Y las cartas y tratados internacionales?
Por más que integrantes de la comunidad, el cura del pueblo o las autoridades municipales quieran hacerlo, no pueden pues estarían violando leyes preestablecidas.
Es preciso que las autoridades provinciales tomen intervención urgente en el tema, que la comunidad científica de Catamarca y la Escuela de Arqueología de la UNCA se movilicen, que las autoridades municipales de Santa María reflexionen ante esta atrocidad que están a punto de cometer.
No debemos olvidar que mediante la ley N° 5195 de noviembre de 2006, el Gobierno provincial declaró “Sitio Histórico Provincial” a la localidad de Fuerte Quemado, Santa María. Llama la atención que desde siempre hasta nuestros días las autoridades municipales y provinciales no hayan reparado en la importancia del valor arqueológico de Santa María. Nadie tuvo la altura para tener una mirada macro y abarcativa que permita preservar, proteger y revalorizar en su totalidad al valle. Y pensar en el desarrollo productivo sentado en dos bases principales: la producción regional y el turismo, básicamente arqueológico.