Hace dos semanas, luego de mucha disputa con el Municipio de La Plata y la autodenominada Asamblea del Barrio Mondongo, tuvo lugar el tan esperado Gran Carnaval Travesti de Venganza Afectiva. Durante más de seis horas, la recientemente renombrada Plaza La Moma (en homenaje a la Moma, travesti asesinada cuyo travesticidio está impune y por el que hay un policía implicado), se transformó en una zona autónoma, un espacio en resistencia contra una gestión municipal transodiante cuya política busca avanzar sobre todo el espacio público en su afán por privatizar y gentrificar barrios y zonas históricamente habitados por vendedorxs ambulantes, trabajadorxs callejerxs y trabajadoras sexuales.

El gobierno de Julio Garro y Oscar Negrelli actúa en esta zona en connivencia con un grupo de vecinos de corte fascistas (algunos ex comisarios) con diálogo abierto y constante con el Ministerio Provincial de Seguridad de Sergio Berni. Ambas gestiones se organizan para amedrentar a las compañeras que caminan el barrio y pretenden, a fuerza de detenciones arbitrarias sistemáticas y causas armadas, debilitar su presencia en el barrio y trasladar la zona roja a un lugar inhóspito y peligroso para las trabajadoras sexuales. Sin embargo, todo este territorio disputado a fuerza de aparato policial, control urbano y vecinos fascistas merodeantes se llenó de plumas y cotorreos, con niñeces corriendo de un lado al otro, música estridente y luces brillantes, gritos, abrazos, besos, tacos altos y tambores.
Nuestros enemigos no se atrevieron a pisar la plaza. No pudieron con nuestra belleza. Como un hechizo que a las horas pierde su efecto de fantasía, esa noche la plaza volvió a ser de las travestis, enteramente habitada por ellas, sus amigues, familias, compañerxs y toda aquella persona curiosa que llegó para pispear pero tuvo que quedarse, porque no pudo contra el magnetismo de la comparsa de Las Chicas Prohibidas.
Esta fiesta travesti es una victoria con plumas para toda la ciudad, es la demostración de que es posible otra forma de habitarla organizada desde abajo, sin punteros ni gorras, por quienes día a día la recorren. Frente a un municipio que quiere expulsar a “lxs indeseables” de las zonas reclamadas por las inmobiliarias o los grandes comercios, la lucha por otra ciudad se encuentra con la de las manteras y senegaleses por poder trabajar en el espacio público, con los espacios culturales que luchan por evitar su clausura y con las ferias, como la del Parque Saavedra contra el desalojo.
Un pedazo de cielo rojo
Desde la última dictadura cívico-militar-eclesiástica, la memoria de nuestra comunidad se ha construido con retazos, entre la clandestinidad, el silencio y la negación, incluso de nuestrxs propixs compañerxs y organizaciones. Nuestra memoria está tan viva como los sueños de lxs 30.400 que lucharon por un mundo nuevo, ese mundo que también será travesti, camionero y maricón. En una fecha tan próxima al 24 de marzo, este carnaval ha sido también un homenaje a todxs ellxs, además del regreso de las sobrevivientes y de las generaciones presentes que alzamos sus nombres con orgullo y celebramos nuestras existencias en su honor. Sin ellxs nada de todo esto hubiera sido posible.
Pero también tenemos que decir que hace un mes, Tehuel está desaparecido. Y está desaparecido no sólo de su casa sino de los medios de comunicación, de las agendas de gobierno, de las políticas públicas. Salimos a la calle para gritar que lo queremos con vida. ¡Es urgente que aparezca YA! El Estado es responsable no sólo de su aparición, sino de que Tehuel y las personas trans tengan posibilidades de vivir vidas dignas, tener un trabajo, acceder al sistema de salud sin estigma, vivir sin miedo, con orgullo.
El carnaval ha sido siempre un refugio, un momento de goce y libertad en los días más opacos, como estos que están aconteciendo hoy día. En un momento en que nuestro tejido social y comunitario se debilita, habernos encontrado de cuerpo presente para bailar, disfrutar y vernos sonreír ha sido una pequeña victoria pero un gran impulso que nos recarga para seguir en lucha y alimentar la máquina que mantiene vivo y ardiente el sueño colectivo de darlo vuelta todo, hasta que sea como lo soñamos.
Es un mundo que no construimos solxs porque somos parte de un tejido por abajo que hace posible que este carnaval y tantas otras resistencias sucedan: el apoyo y la presencia de las orgas de la disidencia sexual, de los espacios culturales independientes, los organismos de ddhh, los colectivos antirrepresivos, el activismo anticarcelario, las organizaciones sociales y partidos de izquierda. Y en especial, el encuentro de espacios de construcción desde abajo como Venganza Afectiva o la red de espacios culturales Fugitiva.
Nos llamamos a fortalecer estas redes. Es urgente organizarse.
Celebramos el carnaval, ¡no pudieron con nuestra belleza!
#DondeEstaTehuel
¡Aparición con vida de Tehuel ya!
¡Cupo laboral real y efectivo trans-travesti YA!
¡Basta de hostigamiento y persecución a las trabajadoras de la zona roja platense!